Las Huertas de Paula

En estas líneas querría acercarme a la historia de Sole y Raúl y su proyecto “Las Huertas de Paula”, historia que es la primera de otras muchas que iremos desvelando

Frente al dominio de la agroindustria, surgen nuevas iniciativas que pretenden hacerle frente, que buscan generar un cambio social y superar la dependencia de los combustibles fósiles y de las tecnologías opuestas a la sostenibilidad de los ecosistemas. Algunas de esas iniciativas, son las producciones familiares agroecológicas, que a lo largo de distintas regiones del mundo, han demostrado ser una opción factible y viable para promover la seguridad alimentaria y, al mismo tiempo, conservar la riqueza de la biodiversidad que está presente en nuestros diferentes países.

“Las pequeñas y los pequeños productores junto con los movimientos agroecológicos han sido capaces de crear y dar importancia a la promoción y apoyo de este tipo de experiencias, convirtiéndolas en una propuesta que no es anecdótica sino una propuesta realista a la situación precaria que prevalece en el campo”.

Hace unos días tuvimos la oportunidad de disfrutar, por vía telefónica, de una pareja granadina que busca y lucha por fomentar las producciones familiares a través de la agroecología. Sole y Raúl son esa pareja que, en 2012 cuando nació su hija Paula, decidieron dar un vuelco total a su modo de vida e irse a vivir al campo y comenzar un nuevo proyecto.

El proyecto “Las Huertas de Paula” es ese proyecto familiar creado con mucho amor y dedicación, respetando el entorno y sus propios ciclos naturales. Fomentando así una vital importancia a la alimentación sana y al desarrollo sostenible.

En sus dos huertas situadas en la Vega de Granada, concretamente en Santa Fé y en Jau, cultivan todo tipo de hortalizas mediante el uso de semillas tradicionales y empleando asociaciones de cultivos. Aunque comenzaron sin tener mucha idea de lo que estaban haciendo, actualmente son capaces de producir entre 20 y 30 variedades de temporadas.

 

Sole y Raúl, lleváis desde hace mucho tiempo trabajando como agricultores profesionales pero, ¿cómo os iniciasteis en este universo de la agroecología?

“Todo comenzó cuando me quedé embarazada, Raúl y yo decidimos dejar lo que estábamos haciendo en ese momento para poder estar más tiempo juntos. Por aquellos años, debido a nuestros horarios de trabajo, apenas nos veíamos…lo que suponía un gran problema a la hora de criar juntos a Paula.  Por lo que decidimos utilizar unos ahorros que teníamos guardados, dejar nuestra casa y mudarnos a un ambiente totalmente distinto.

Tuvimos la suerte de contar con un cortijo familiar situado en la Vega de Granada que contaba con unos 2600 m2 y daba la casualidad que a los dos nos movía la pasión de tener un huerto con el que fuésemos capaces de autoabastecernos. Desde ese mismo momento decidimos certificar la huerta en ecológica y comenzar con este proyecto agroecológico”.

 

Es emocionante comenzar un proyecto como este desde la nada; sin embargo, ¿de dónde extrajisteis todos esos conocimientos y saberes agroecológicos?

“Realmente al principio no teníamos apenas idea sobre los cultivos de hortalizas, más bien te diría nada (risas). Decidimos realizar una búsqueda de información sobre estos temas, es ahí donde nos encontramos los cursos de agricultura ecológica del IFAPA. Tengo que decirte que ¡estos cursos fueron una maravilla! Recordamos a Andrés Porras, nuestro profe, con muchísimo cariño”. Siguiendo con la misma temática, ¿piensan que aún les queda mucho por aprender? “¡Por supuesto!, entre los millones de fallos garrafales que cometemos aprendemos mucho. Conocer el lugar donde cultivas cada día nos llevó un tiempo… ¡hasta dentro de la provincia los cultivos tienen sus diferentes épocas! No es lo mismo sembrar coles en la costa que en la Alpujarra o en la Vega. Por ejemplo, están las subidas a flor, las escarchas,…un sinfín de datos que se aprenden sobre el terreno.

Es cierto que todos los días aprendemos cosas nuevas, trabajamos con seres vivos y estos responden de distintas maneras…el tiempo está loco, cada año o cada mes es diferente al anterior. Un año hace más calor, en otro una helada o directamente no hay lluvia, y ya si te cuento sobre los cultivos más locos nos quedamos…en fin, el cambia climático se nota y las hortalizas te cuentan y hay que escucharlas (exclaman nuestros entrevistados)”. ¿Comparten los aprendizajes con todas aquellas personas que tienen o siguen una misma filosofía? “La verdad que conocer a otros agricultores/as y avasallarlos a preguntas también es muy importante, ya que nos permite un intercambio de experiencias. Estar en contacto a través de redes con otros agricultores/as ecológicos o consumidores que tienen también su propio huerto hace que el intercambio de aprendizajes sea importante y necesario”.

 

Cuando comenzaron como proyecto, seguramente perseguían unas metas, tenían metas a alcanzar,  ¿podrían concretar cuáles fueron esas metas? ¿Han sufrido algunos cambios con el paso de los años?

“Cuando comenzamos lo único que teníamos claro es que queríamos poder autoabastecernos de alimentos sanos y producidos por nosotros mismos. Sin embargo, también empezamos a vender desde el principio por dos motivos, el primer motivo se debía a que el huerto que pusimos era bastante grande para una sola familia y, el segundo motivo, fue por el hecho de ver el rendimiento que podíamos alcanzar con miras a dedicarnos a lo que más nos gustaba y vivir de ello. Como nuestro primer año nos encontrábamos en año cero, solo vendíamos a conocidos, a familiares y a amigos. Esto no supuso ningún problema, enseguida nos volaban los productos; llevándonos a aprovechar más el terreno y a ir aprendiendo, aún más, en el sector agroecológico (todo ello participando y trabajando en red con otros agricultores a fines a los Canales Cortos de Comercialización).

A decir verdad, los principios fueron lentos pero la mar de gratificantes. Vimos que trabajando duro y con mucha ilusión en el proyecto podíamos dedicarnos a esto, lo que nos llevó a arrendar al año siguiente 1 hectárea que llevaba en ecológico unos 10 años. Además el año pasado arrendamos más tierras (aunque están en barbecho), a las que estamos abonándolas este año con abonos verdes para poder cultivarla el próximo año”.

“¡Desde nuestros comienzos llevamos ya casi 8 años y actualmente hemos conseguido nuestra meta, que es poder vivir de lo que más nos gusta, del campo!”

 

Un proyecto como este requiere de mucho esfuerzo y dedicación, ¿cuáles son los retos a los que os enfrentáis cada día?

“Sinceramente son muchos…concienciar a la población de que consuman de forma local, que sepan de su procedencia o cómo se produce (entre otras cosas), es un duro trabajo y de vital importancia. Aun así, este tipo de trabajos se lleva haciendo por distintos colectivos desde hace mucho tiempo, siempre promoviendo otro tipo de comercialización ética sin dejar de lado nuestro medioambiente y nuestra economía local. Por ponerte un ejemplo, los Canales Cortos de Comercialización y sus precios justos tanto para los consumidores y los agricultores y las agricultoras. Gracias a estos tipos de iniciativas y a la colaboración que ofrecen los consumidores y los colectivos estamos viendo nuevos frutos. No obstante, se echa de menos tener más apoyo por parte de las diferentes Instituciones Públicas (los ayuntamientos, la Junta, etc.).

Además de la falta de colaboración de las Instituciones destacaría que habitualmente nos topamos con algunas grandes superficies que comercializan con productos “ecológicos” y su publicidad aplastante.  La verdad es que este tipo de superficies venden productos “ecológicos” que no son ni de pequeños/as agricultores/as, ni de km 0, ni locales…con este tipo de cosas acaban con la verdadera filosofía de este tipo de movimientos”.

 

Bueno, podríamos entrar ahora un poco en el mundo de la R.A.G. y sus Ecomercados, ¿qué significa para ustedes ser integrantes de estos mercados? ¿Cuáles son los beneficios que les aportan este tipo de mercados?

“Realmente formar parte de estos colectivos agroecológicos donde se forman redes con la mayoría de agricultores/as, de consumidores, técnicos y otras personas con el mismo pensamiento es, además de gratificante y familiar, una ayuda a avanzar hacía nuevos caminos, que desde otra forma individual no existiría…no sería posible. Pertenecer a la R.A.G. no hace sentir arropados, fuertes y orgullosos de nuestro trabajo.

Si hablamos de los Ecomercados, para mí son lugares de encuentro de una gran familia compuesta por artesanos, ganaderos, queseros, eco-tiendas, productores y consumidores. Un lugar donde se genera un ambiente muy agradable y donde además de poder vender nuestros productos, existe un intercambio de saberes. No solo es un mercado, en todos ellos se realizan actividades muy variadas, tales como aprender a hacer zumos con verduras o frutas, realizar degustaciones de vinos, extraer el aceite de oliva o hacer arreglos de bicicletas, por ponerte algunos ejemplos. Para cada aniversario realizamos sorteos de cestas ecológicas, charlas informativas, etc. todo ello amenizado por música en directo”.

 

Como podemos ver existe un continuo acercamiento y trato con los consumidores, ¿qué les pedís a estos?

(Sole y Raúl sueltan algunas risas) “La verdad que son muchos los que vienen al Ecomercado…decirnos nos decimos muchas cosas, ya que nos conocemos muchos de nosotros, y como te he dicho antes, es un trato muy familiar. La verdad es que estamos muy contentos con su fidelidad, muchos y muchas nos dejan asombrados”. (Me contaban Sole y Raul que existe tal grado de fidelidad de su clientela que incluso en los días cuando está diluviando no fallan), “ahí que están con sus paraguas haciendo cola y agradeciéndote que hayamos montado el mercado”.

“Lo que siempre intentamos pedir, y que te podríamos destacar, es que sigan siendo fieles al Ecomercado y que se lo comuniquen a sus conocidos (¡Como el boca a boca no hay nada!). Con su apoyo hacen que muchas familias podamos tener un trabajo valorado, manteniendo la economía local y manteniendo el medio que les rodea, además de llevarse una buena compra con todo tipo de productos sanos para la salud”.

 

Sole y Raúl, ya nos habéis dejado entrever los tipos de relaciones que se forman con los consumidores pero me gustaría insistir un poco más en este aspecto, ¿es cierto que se establecen grandes vínculos de confianza con los consumidores y con los compañeros y las compañeras del oficio?

“Totalmente, hoy en día y después de tantos años, muchos son ya amigos. Como he comentado, ante todo somos una gran familia reunida siempre en un ambiente maravilloso y encantador”.

 

¿Pensáis que los consumidores y consumidoras os ven solo como un proyecto de negocio? ¿U os ven como algo más?

“Al ser un ambiente tan familiar y tan cercano no creo que lo vean solo como un negocio, aunque siempre nos deseen que lo vendamos todo. Pienso que no es un “dame esto” y te cobro esto otro…no es como pasa en las grandes superficie o supermercados. Es un trato mucho más cercano donde se mantienen conversaciones personales de todo tipo: ¿cómo nos ha ido el día?, ¿cómo están los familiares?, ¿cuándo cogen vacaciones?, entre otras preguntas; y con los nuevos consumidores se entablan nuevas relaciones”.

 

Con toda la situación actual del Covid-19 y lo que está suponiendo para la economía y la sociedad, ¿cuál ha sido vuestra respuesta, tanto individual como colectiva, ante esta situación?

“Te diría que nos hemos visto afectados a nivel de los mercados, tanto en el Ecomercado como en otro mercadillo que participamos en el Albaicín todos los miércoles, ya que una parte importante de nuestros ingresos se han visto afectada al no poder realizarlos. Sin embargo, nosotros pertenecemos a la Cooperativa Valle y Vega la cual ha seguido funcionando en el estado de alarma con todas las medidas de seguridad aconsejadas”.

 

Autor: Álvaro Macías Figueroa

 

 

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